viernes, 30 de septiembre de 2011

Muerte sin justa causa.

Gustavo Trejos y su esposa Liliana Lizarazo esperaban resignados la investigación de las autoridades sobre la muerte de su hijo de 16 años, el joven Diego Becerra, quien fue asesinado 19 de agosto a manos de un patrullero  de la policía. Por eso no fue poca la sorpresa que recibieron el pasado domingo al escuchar en televisión un audio sobre el caso. Nada menos que la conversación que aquella noche fatídica sostuvo con sus compañeros por radioteléfono el patrullero que le disparó al muchacho.
En el archivo de audio, dado a conocer por los medios de comunicación, se escucha el testimonio del uniformado  Alarcón, quien comunica a la central de radio que el joven Diego  ¨sacó algo de su bolso¨,  según la versión oficial él creyó que se trataba de un arma y entonces le disparó. Minutos después el patrullero Alarcón reanuda la comunicación con la central informando que impactó al muchacho y que lo está conduciendo a la Clínica Shaio. En esta conversación otro policía interviene y le responde al patrullero que lo mejor es que espere a que llegue un oficial al lugar y suspenda la comunicación por radioteléfono. En este mismo audio se escucha cómo, curiosamente, la versión sobre la muerte de Diego Becerra cambia totalmente minutos después del primer reporte, pues en la central de radio reportan que los hechos se registraron cuando el patrullero Alarcón intentaba capturar a un presunto asaltante que iba armado.
Cuando los padres de Diego Becerra llegaron a la Clínica Shaio, el pasado viernes 19 de agosto, lo único claro fue la respuesta del médico: el muchacho había llegado sin signos vitales y estaba muerto. Los  Trejos insisten en la serie de inconsistencias que rodean los hechos, aseguran que la noche de la muerte de su hijo uno de los médicos que lo atendió les dijo que en el cuerpo del muchacho había dos orificios causados por arma de fuego y que en uno de ellos había señales de “quemonazo”, es decir, como si el tiro hubiese sido a quemarropa. También que ese mismo día fueron al lugar de los hechos (barrio Pontevedra) y no vieron rastros de sangre ni armas en el lugar, pero cuando llegaron de nuevo a la clínica un investigador del Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) de la Fiscalía les dijo: “Sucedió algo extraño, apareció un arma en la escena del crimen”. La Fiscalía no se pronunciará hasta tanto no termine la investigación.
Para la familia de Diego, los archivos de audio de los noticieros son reveladores frente a las circunstancias en que murió su hijo, pues esas llamadas confirmarían que el joven no tenía un arma y por tanto “no merecía morir por estar haciendo un grafiti”, como afirma su padre.



Juan G Fernández G.

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